Jaime Walter director del Museo Coconut

jueves, 5 de enero de 2012

Analisis de la pelicula "La clase"

La clase



Con esta película he podido reflexionar sobre cuestiones importantes a la hora de ejercer como docente. Sin duda, me hubiera gustado tener otra sesión más de clase para reflexionar y debatir sobre que podemos hacer ante los problemas de la película, que medios tenemos y cuales podríamos proponer en un caso real. Esta película también me ha llevado a reflexionar sobre la poca evolución que hay en el sistema educativo. A veces parece extraño, el contraste que hay entre la mejora de algunos campos y la quietud de otros. La educación es una de las herramientas más poderosas del estado, es inquietante reflexionar sobre este problema. Todos sabemos que muchas de las medidas de los centros educativos son poco efectivas pero no parece haber una preocupación real por este tema.



La película de Laurent Cantet me ha hecho recordar la teoría de Foucault en torno a la educación, ya que uno de los grandes núcleos funcionales de dicho film es la problemática de la disciplina y qué consecuencias acarrea en un entorno cerrado como la institución escolar. El título original, Entre les murs, es más adecuado que el español ya que evoca mejor la sensación de aprisionamiento en la que viven tanto los profesores como los alumnos. En consecuencia, en ningún momento el espectador saldrá de la línea demarcada por el colegio y por la misma razón abundan los primeros planos que cierran el campo y por tanto permiten expresar mejor la impresión de cerco.
Además, Laurent Cantet solo hará uso de tres cámaras: una para captar al profesor, otra para captar a los alumnos y una tercera para captar todo aquello imprevisto que suceda en el ambiente. También en consecuencia se manejarán e interrelacionarán tres puntos de vista: el del profesor, el del alumno y el del propio espectador como invitado.



El largometraje plantea un estado de cuestión en torno al sistema educativo francés. Para ello se toma como referente un colegio de una zona periférica y unos actores que parten de una estrecha conexión con el papel que interpretan. Asimismo, el actor que intepreta al profesor de lengua y tutor de los alumnos (François Bégaudeau) es el mismo creador de la novela que Laurent Cantet adapta. No solo se establece una economía de medios para desarrollar el largometraje, sino que además, para perseguir la tan ansiada verosimilitud que André Bazin ansiaba en el cine, Laurent Cantent partió de talleres de improvisación, tanto para seleccionar a los actores como para vehicular y seleccionar las conversaciones y diálogos que se establecen en la narración. Por lo que indicar que ante este film se difuminan las barreras entre ficción y documental es quedarse corto.



Se muestran las situaciones con toda la complejidad con la que se presentarían en la vida cotidiana. Se respeta la ambigüedad de los hechos fenomenológicos. Se opta por el plano secuencia, y la cámara busca simular el efecto que produciría si en su lugar fuese el ojo humano el que viese el hecho con barridos, desencuadres y desefonques. Se rehuye el posicionamiento argumentativo persuasor del documental y se estructura un compacto armazón narrativo con momentos de transición que culminan en un clímax. Sí, agazapado en la aparente sucesión de momentos dialécticos que parece el film, existe una presentación, nudo y desenlace, y por supuesto, un conflicto que se presenta como decisivo en las acciones de nuestro protagonista. Por lo que en cierta manera, estamos ante una reformulación del docudrama, donde en este caso el punto de partida es la ficción abrigando técnicas documentales y no al revés.



La película es interesante por los interrogantes que plantea, hay debates que muestran puntos de vista opuestos, pero no se dan respuestas ni conclusiones (como las escenas en la sala de profesores). Esta parte le toca al espectador. Porque el film le interroga, haciéndole partícipe de lo que se discute en el film, de la misma manera que le pasó al personaje de Esmeralda cuando leyó La República de Platón (muy parecido también a las clases que hemos tenido en este Master). Gracias al uso de estas técnicas el largometraje se convierte en un ejercicio estimulante para el espectador, donde se busca promover la reflexión y el debate mediante la inmediatez y el verismo. De esta manera se fomenta la participación activa del espectador sin herramientas manipuladoras o tendenciosas, ya que el punto de vista del director se mantiene en un discreto (y esquivo) segundo plano.Así, se huye de soluciones dogmáticas que conviertan la película en un (temido) film de tesis, pareciéndose más a una clase magistral que a una ficción.



En la película se ve como, muchas veces el idealismo del profesor choca fuertemente con el peso de la institución. Por mucho que el centro catalice los mecanismos democráticos de la sociedad, ante un agente conflictivo, únicamente se utiliza la estrategia de la manzana podrida. Es decir, la sacamos del cesto para ponerla en otro, olvidándose por tanto de dicha manzana. El profesor cuestiona la eficacia del consejo disciplinario cuando se interroga respecto al número de adolescentes que acaban en dicho comité y que no se salden con la expulsión. Respuesta: ninguno.

Cuando hemos analizado la película en grupo, la mayoría de mis compañeros veían François Bégaudeau como un mal profesor, a mi no me lo parecía. Podría mejorar algunos aspectos, como las formas, pero creo que este profesor se preocupaba por sus alumnos, en el film podíamos ver como sus compañeros no se implicaban tanto como él con los alumnos problemáticos. Cuando oía las criticas de mis compañeros hacia el protagonista de la película, me preguntaba cómo piensan impartir ellos las clases, que modelo infalible iban desarrollar sus maravillosas mentes para no cometer ningún fallo. Pienso que la perfección a la hora de ejercer la docencia es imposible, hay muchos factores que nunca se pueden llegar a controlar. En el debate que teníamos sobre la película también se hablaba de la falta de igualdad respecto a las normas que tenían los profesores y los alumnos, no se qué tipo de utópico sistema educativo estaban pensando, me resultaba todo demasiado extraño.

Guste o no guste a los sujetos sociales representados en la dramatización que se realiza, si se alzó con la Palma de Oro en el festival de Cannes, en buena parte seguramente fue atribuido a la acertada plasmación del ambiente que se da en las dinámicas entre un profesor y sus alumnos. En las que ganar una batalla no significa ganar la guerra. En donde la capacidad negociadora y dialogante puede rápidamente perderse cuando en una interacción humana siempre juega una importancia capital el factor emocional. Ya no estamos ante la clásica relación entre autoridad y subordinados, donde los alumnos acatan con fe ciega la conducción pedagógica del profesor. El docente ahora debe negociar, poner a prueba sus capacidades argumentativas y persuasivas, aún cuando la discusión no llegue a buen puerto, desgraciadamente siempre se podrá recurrir a la fuerza de la potestad del cargo. Como así sucede en muchas discusiones entre profesor y alumnos por mucho que ese no sea el ideal pedagógico que mantenga nuestro protagonista. Y es que no lo olvidemos, somos humanos y como tales, podemos equivocarnos, perder la paciencia, dejarnos llevar por nuestras emociones o traicionar (o dejar que nos traicionen) nuestros ideales.

Una parte de la película sobre la que deberíamos reflexionar es cuando ante la pregunta, ¿qué has aprendido este año? La alumna presente pero muda en todo el curso responde: Nada. Pero no de esta asignatura, del curso en general. Respuesta: Nada. No se podría establecer conclusión más demoledora. A veces creo que deberíamos centrarnos más en la clase en general, y no estar tan pendientes de los alumnos problemáticos, creo más importante el conjunto de la clase que las partes problemáticas, dedicar tanto tiempo a Shullyman hizo que el resto de la clase no aprenda tanto, incluso que una chica pasara desapercibida. No estoy de acuerdo con la política de la LOGSE de salvarlos a todos. No podemos ejercer de padres de todos los alumnos a los que demos clase es imposible, creo que los alumnos problemáticos son responsabilidad de los padres no del profesor. Puede parecer políticamente incorrecto, pero creo que estos individuos contaminan al resto del grupo. No podemos ejercer como padres de todos los alumnos, es imposible, hay que ser muy fuerte psicológicamente para hacerlo de forma correcta. La profesión de profesor es una de las que más riesgos tiene de caer en una depresión, creo que esto es algo sobre lo que deberíamos haber reflexionado en el curso.


Creo que en este tipo de Master deberían dar una asignatura de autocontrol y Meditación Transcendental para poder afrontar todos los problemas que nos surgirán en nuestra aventura como profesores.